Análisis de una propuesta para el COP
Por: Pedro Aguilar De Gracia
“[…] continuará lo mismo de extender la mano al Estado solicitando más apoyo económico para un deporte entendido solo de alto rendimiento y convenciendo a los incautos, de que esta tipología deportiva es la principal en un Estado, ignorando quizás por conveniencia que, dentro del Sistema Deportivo Nacional, deben fomentarse y desarrollarse otras vías o manifestaciones del deporte […]”
El 4 de diciembre de 2020, escuché, en un programa de radio, la exposición de la candidata a presidenta del Comité Olímpico de Panamá (COP), licenciada Damaris Young. Su propuesta, en caso de estar al frente del COP, es para preocuparse.
Al expresar el diagnóstico, el mismo mostró estar fundamentado en carencias de todo tipo en organizaciones deportivas y atletas. Aspecto que ya hemos visto antes y que representa un determinismo centrado en la gobernanza.
Y, si por los lados del diagnóstico llueve, por los lados de las líneas estratégicas, no escampa. El problema del deporte (rendimiento), fundamentado en carencias de todo tipo, se vuelve a poner de relieve y hasta se quiere fundamentar que las causas del escaso desarrollo y rendimiento deportivo del país obedecen a un factor económico y no de organización interna (estructura) del improductivo Sistema Deportivo Nacional.
En un escrito de su propia autoría, denominado Necesidad de modernización de la gestión pública del deporte en Panamá (antecedentes históricos), se cita al periodista C. Martínez, quien, al referirse a la creación del Instituto Nacional de Cultura y Deportes (INCUDE), señala:
“El deporte en general experimentó, más por el entusiasmo y el derroche que por la razón y el análisis, la formación de una institución que sería rectora de la actividad deportiva hacia 1970, el Instituto Nacional de Cultura y Deportes (INCUDE)”.
Consideramos que el ejemplo no venía al caso y la cita no fundamenta o justifica realidad alguna.
Veamos:
Del año 1930 a 2020 en Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe (Centro Caribe Sports), área de competición del Comité Olímpico de Panamá (COP), nuestro país ha ganado 90 medallas de oro. De esas 90 medallas de oro, 74 (82.2 %) fueron ganadas de 1930 a 1970, antes de la creación del INCUDE y en 40 años y 10 versiones de Juegos y las otras 16 (17.8 %) las ganamos en 48 años y 12 versiones de los mismos Juegos, o sea, de 1970 a 2018.
Esas 74 medallas se ganaron antes de la creación del INCUDE, antes de establecer convenios deportivos con otros países, antes de destinar un presupuesto público de 80 millones para PANDEPORTES, antes de destinar 123 millones de dólares en cuatro años para infraestructuras deportivas, antes de destinar un millón de dólares en apoyo o estímulos deportivos para los atletas, antes de contar con centros especializados, como CEARE y CEMED, antes de contratar técnicos extranjeros, porque los nacionales “no dan bola”, antes de contar con fisiólogos del deporte, antes de contar con metodólogos del deporte, etc.
Por los lados del Comité Olímpico de Panamá (COP): antes de recibir apoyo de Solidaridad Olímpica para diversos programas, antes de organizaciones deportivas sin atletas y sin competiciones y antes de saturarnos de gestión y gobernanza deportiva.
Queda claro que el periodista citado ni siquiera analizó lo que escribió.
La causa de esa diferencia abismal se encuentra en el Decreto 144 de 2 de junio de 1970, mismo que creó el INCUDE. Al estilo de debut y despedida, el Estado se metió un tiro en ambos pies (con el Artículo 12) no con la creación del INCUDE, sino al afectar la principal manifestación deportiva en un Estado y creer a partir de allí, que el deporte de alto rendimiento se fomenta y desarrolla por cuenta propia y que representa la única vía o que constituye la principal. Aunque trató de enmendarlo con el Decreto Ejecutivo 599 de 2008, todavía no lo hace. Garrafal error que aún prevalece.
Frente a lo que escuché hoy, continuará lo mismo de extender la mano al Estado solicitando más apoyo económico para un deporte entendido solo de alto rendimiento y convenciendo a los incautos, que esta tipología deportiva es la principal en un Estado, ignorando quizás por conveniencia que, dentro del Sistema Deportivo Nacional, deben fomentarse y desarrollarse otras vías o manifestaciones del deporte, pero ello no es propicio, porque los puede llevar a perder protagonismo y ventaja. Es mejor dejar las cosas así.
Ante esto, quedan dos caminos:
En uno, el Estado pone a su personal a elaborar el Plan Nacional de Deportes, tal como se pide desde hace 25 años y más claro desde hace 12 años en el Capítulo III del Decreto Ejecutivo 599 de 2008 o, pone a su personal a analizar la Ley 16, Ley 50, Ley 9 y Decreto 599, desde la perspectiva de los niveles de oferta deportiva o vías del deporte y deroga todo el ordenamiento jurídico-deportivo actual, implementa un nuevo ordenamiento y establece a su vez, un nuevo tejido asociativo-deportivo, fundamentado en la diversidad y no en la exclusividad y recupera terreno perdido desde 1970 y pone al día una nueva Estructura del Sistema Deportivo Nacional. Si no, que prepare la chequera en plena pandemia y sin resultados.
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